Limitar el acceso a ciertas áreas mediante un sistema de identificación de personas (huellas dactilares, tarjetas de proximidad o códigos numéricos), instalando en las puertas aperturas electrónicas.
Existen dos tipos de instalaciones, las centralizadas y las autónomas.
Los sistemas centralizados requieren cablear todos los sistemas de control de los accesos. Pero permiten una configuración centralizada de todos los dispositivos, además de poder conectar a un ordenador central el sistema y configurarlo desde él. Incluso hay extensiones para gobernarlo desde internet.
Los sistemas autónomos funcionan con una instalación sencilla, pero requieren que se configuren los accesos uno a uno.